La Tertulia Musi♫lite. La Música ♫ 3
Organizado por la Asociación ProMúsica de Águilas,
el 18 de noviembre está programado el siguiente concierto de cámara, tercero de
abono.
Fabio
Merlini, viola
Maurizio
Moretta, piano
Johann Sebastian Bach
Sonata en Sol m. BWV 1.029
Robert Schumann
Adagio y Allegro Op. 70
Franz Schubert
Sonata Arpeggione D. 821 en La m.
Carl Maria Von Weber
Andante y Rondo Ungaresse Op. 35
NOTAS
AL PROGRAMA
“Un aire de dura, profunda e irremediable melancolía lo envolvía y
penetraba todo.”
Edgar Allan Poe
Como si de un manifiesto feminista se tratara, vengo aquí a poner en solfa la
importancia del único personaje de nombre femenino en la corte del cuarteto de
cuerdas, la viola, quedando como ha quedado relegada a su papel más difuminado.
No ha existido en la historia de la literatura musical, ni por asomo, cantidad
de obras compuestas para este instrumento comparable a la inmensa diversidad
que existe para violín o chelo.
Aun
así, baste recordar por ejemplo el especial cariño que Tchaikovski le prodigó
en su producción sinfónica – “…cuantas más violas mejor” anotó en el
autógrafo de su 6ª sinfonía – o más recientemente el interés de algunos
compositores de primer cartel como Stamitz, Bela Bartok o Hindemith durante el
siglo XX. Aun así, digo, no es menos cierto que los más de los compositores han
pasado de puntillas por el interés hacia el instrumento y eso ha dejado la
impronta en el aficionado para concederle un papel secundario y considerarle
como “esa hermana grande del violín que pasa desapercibida en el grupo
orquestal”. Lo dicho, el machismo a escena.
El
incansable dios Bach no podía faltar a esta cita por solucionar el entuerto. La
inabarcable producción del alemán debía contener alguna obra dedicada al
instrumento y así fue. Aunque originariamente compuestas para viola de gamba y
clave, el conjunto de las tres sonatas BWV 1027/1028 y 1029 supuso uno de los
primeros acercamientos al tipo de agrupación que escucharemos hoy y la puesta
en valor de la sonoridad característica de ésta. No obstante y aunque me
resulta curioso el poco interés en el tema del movimiento conocido como Sturm
und Drang, tendría que llegar el Romanticismo en el XIX y su amor por la
música intimista y dirigida a audiencias reducidas para que compositores de
reconocido prestigio - ¿los hubo más grandes que los tres que esta noche nos
acompañan? – fijaran su mirada en el melodioso y embaucador instrumento.
Gracias a las celebérrimas y que tanta prosa han favorecido, reuniones en casa
de Schubert para hacer oír entre sus amistades estrenos propios y ajenos (las
Schubertiadas) la música de cámara dejó de ser eso, de cámara, y convertirse en
lo que es hoy día; música en pequeño formato, para espacios reducidos y donde
el compositor vuelca toda su sapiencia en el arte de abordar, con pocos efectivos,
las formas musicales y su arquitectura, la armonía y sus sonoridades. Su sonata
“Arpeggione”, un curioso instrumento a medio camino de una guitarra y un chelo
inventado por un personaje presente en dichas reuniones, se ha convertido en
una de las obras de referencia para el duo viola – piano en cuanto a
preferencia de los violistas por el virtuoso escaparate que permite y el
exigente dominio del instrumento que necesita.
Las
dos obras restantes tuvieron distinto nacimiento. El Adagio y Allegro de
Schumann es la composición más tardía de la terna. La obra fue escrita originalmente para
trompa y piano en los últimos años de su vida cuando ya los signos de la
esquizofrenia eran bastantes evidentes (comentaba por ejemplo que
constantemente escuchaba un La5), aunque con posterioridad ha pasado a engrosar
el repertorio para viola. Por su parte, la composición de von Weber sí fue
compuesta expresamente para la viola y acompañada por orquesta. Fue dedicada y
entregada a su hermano Fritz, violista, quien aparentemente la conservó para su
uso particular y no fue publicada. Unos años más tarde, von Weber la revisó y
adaptó para fagot y orquesta. La primera publicación se produjo en la versión
para fagot en 1816, mientras que la publicación del original para viola
debió esperar hasta 1838, ya muerto el autor. Esta circunstancia creó una
confusión, todavía frecuente, sobre la originalidad de la versión para viola.
Feliz recital. Buenas noches.
José Luís Llorca Cáceres.-
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