La Tertulia Musi♫lite. La Música ♫ 14
Aviso a los tertulianos:
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GRAN CONCIERTO 13º DE ABONO VIERNES 19 MAYO
2017 A LAS 21 HORAS
PARA
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JIHYUN CHO
JIHYUN CHO
PIANISTA
La pianista internacional Jihyun Cho ha sido
elogiada por los críticos
por sus hermosos colores tonales y el lirismo
florido. En 2016 ella
Debutó con éxito en el Musikverein Goldener Saal en
Viena, donde
Interpretó el Concierto para piano de Mozart K.488
con la Budapest Sinfonie orchestra.
Además, fue la artista destacada en el 'Bol Summer
Festival (Croacia) y
el Festival de Música de Cámara de Armonie della
Sera (Italia).
Nacida en Incheon, Corea del Sur, la Sra. Cho
comenzó sus estudios de piano a la edad
Siete años y recibió su Licenciatura en Música de la
Universidad Nacional de Seúl
continuó su educación en la ciudad de Nueva
York para asistir al Julliard
Escuela, donde obtuvo su título de Maestra de
Música, y más tarde en la
D. M. A. Escuela de Música de Manhattan. Ella
ha estudiado con
Kye-Sook Suh, Oxana Yablonskaya y Constance Keene y
también ha
Clases con Lazar Berman en el Festival de
Música de Kleipeda en Lituania.
Ha ganado numerosos premios a
lo largo de su ilustre
carrera incluyendo
La Sra. Cho también ha tenido una prolífica carrera
internacional, actuando en reconocidos
Lugares como Nueva York Carnegie Recital Hall, Alice
Tully Hall en Lincoln
Centro, Merkin Hall, Centro de Artes de Seúl en
Corea, Centro Cultural Sejong, Kumho
Art
Hall y Sung-Nam Art Center, entre otros.
Como ganadora del Concurso Internacional de Artistas,
la Sra. Cho hizo su
debut en el recinto de Weill en Carnegie Hall en
1995. Desde entonces,
ha actuado como recitalista, solista y músico
de cámara en toda Asia,
Europa y Estados Unidos. En 1996 y 1999, actuó en el
Conciertos de las Naciones Unidas para la Paz
Mundial, celebrada en la Biblioteca Dag Hammarskjold Sala. También ha
colaborado con varias orquestas, entre ellas
La Orquesta Sinfónica Coreana, la Orquesta
Filarmónica Sung-Nam (2006
Orchestra Festival), la Orquesta Filarmónica de
Ulsan, la Cámara de Corea
Orquesta, la Orquesta Sinfónica de Ex-alumnos de la
Universidad Nacional de
La Orquesta Filarmónica de Kang-Nam, la Orquesta de
Cámara KT, la
La Orquesta Filarmónica, la Orquesta del Cisne y la
Cámara de Kaunas
Orquesta. Como miembro de la Sociedad de Cámara de
Seúl, actuó en un concierto
Gira por el sudeste de Asia en 2013.
La Sra. Cho también ha tenido actuaciones
en numerosos emsoras nacionales coreanas
Estaciones de radio incluyendo "KBS-FM" y
"TBS-FM." Ha grabado un álbum dedicado
a las danzas románticas de Chopin, Liszt y Brahms,
que fue lanzado en 2006.
Desde 2002, ha realizado una serie de recitales
titulados «Piano
Álbum
(2002-2010) ',' Mozart Highlight Series (2011-2013) 'y' Schubert Highlight
Series (2013-2016) ", todos los cuales fueron
recibidos favorablemente en Corea. Ella está ahora realizando todas las sonatas
instrumentales de en un “ciclo de Beethoven”.
La Sra. Cho ha sido Profesora de Piano en la
Universidad de Dankook en Corea desde
2003.
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NOTAS AL PROGRAMA
“Nacido
con un alma normal, le pedí otra a la música: fue el comienzo de desastres
maravillosos...”.
E.
M. Cioran. “Silogismos de la amargura”
Un 22 de diciembre de 1808, tuvo lugar el estreno de las dos composiciones que
ocupan nuestro concierto. Coincidencia que afortunadamente volverá a repetirse
hoy. Solamente hubo en aquella ocasión algunas diferencias; por supuesto, no
estará Beethoven dirigiendo la orquesta e interpretando sus obras al piano, el
concierto duró más de cuatro horas y además se estrenaron en el mismo lote su
quinta sinfonía y otras obras ya presentadas. Salvando los doscientos años de
diferencia y, por supuesto, la cultura social de la época, podríamos hacer un
paralelismo, asumiendo algún riesgo, de la velada beethoveniana con nuestras
actuales “raves” de música House. Al fin y al cabo, en aquella época, el
público la única oportunidad de la que disponía para escuchar en directo música
“actual”, era gracias a estas maratonianas sesiones que Beethoven y sus contemporáneos
brindaban.
Hagamos un relato de ese extraordinario concierto.
Con treinta y seis años, la sordera de Beethoven empeora progresivamente,
aunque no tanto como para verse obligado a interrumpir sus actuaciones en
público. Considerado todavía como el virtuoso del piano más importante de Viena
y de su tiempo, escribe el cuarto concierto para piano exclusivamente para sí
mismo, al igual que había hecho con los tres conciertos precedentes. El
compositor vienés Johann Friedrich Reichardt estuvo sentado junto al
príncipe Lobkowitz y nos ha dejado sus impresiones acerca del estreno: “Beethoven
interpretó su nuevo concierto increíblemente bien y rápido, aunque la audiencia
no estuvo receptiva con la mayoría de su música”. Desgraciadamente sería la
última vez que Beethoven actuaría como solista en público. De hecho, el cuarto
concierto para piano produjo una impresión bastante negativa, cayendo
completamente en el olvido hasta 1836, año en el que Félix Mendelssohn lo
rescata de su injusto olvido interpretándolo en Leipzig. En esta segunda
oportunidad se encuentra entre el público un joven, y casi desconocido, llamado
Robert Schumann quien, absolutamente hechizado por la obra, nos cuenta: “Permanecí
sentado en mi sitio sin mover un músculo y sin ni siquiera respirar”.
Es el cuarto concierto el más sereno, menos exultante y al mismo tiempo el más
original, mostrando una preferencia por el drama interno en detrimento de la
exhibición superficial. El carácter íntimo que estará presente a lo largo de
toda la obra se manifiesta desde el primer movimiento, con un sentido menos
extrovertido del que el público de 1808 estaba acostumbrado a escuchar. Ríos de
tinta se han vertido acerca del comienzo por la relación del motivo inicial de
cuatro notas con el famoso tema de la quinta sinfonía del autor. No es de
extrañar considerando la cercanía de uno y otra. Sin embargo, la naturaleza del
tema es en el concierto distinta, mostrándose Beethoven a través de un lirismo
tímido desde el inicio hasta el final del movimiento.
El segundo movimiento, siendo uno de los más cortos de la literatura para
piano, es también uno de los más expresivos. En su libro “Sobre la verdadera
manera de interpretar las obras para piano de Beethoven”, Carl Czerny (uno de
sus alumnos) afirma que “en este movimiento, uno no puede evitar pensar en
una escena antigua y dramática. En ella el intérprete necesita sentir la
expresión de lamento inherente a su parte y establecer así el contraste adecuado
con los poderosos y austeros pasajes orquestales”. Franz Liszt, a su vez
alumno de Czerny y como saben excelso pianista, comparó este Andante con la
súplica de Orfeo al dios del infra-mundo en un intento desesperado por rescatar
a su amada Eurídice de las garras de la muerte. En el Rondó final, predomina de
nuevo el gran lirismo e ingenio de Beethoven, controlando los recursos
deliberadamente, más que mostrarlos en una exhibición de brillantez y
virtuosismo.
El gran paisajista Caspar David Friedrich escribió: “La única fuente
verdadera del arte es nuestro corazón… Un cuadro que no haya brotado de esta
fuente sólo puede ser amaneramiento. Toda obra de arte auténtica es concebida
en una hora bendita y dada a luz en una hora feliz, a partir de un impulso
interior del corazón, desconocido muchas veces por el artista.” Si hay una
obra musical surgida de la contemplación de la naturaleza que sea reflejo de
estas ideas, es sin duda alguna la Sexta sinfonía de Beethoven, la Pastoral.
Beethoven se refirió a ella como “Sinfonía característica, o un recuerdo de
la vida en el campo”, y en más de una ocasión hizo hincapié en que no era
un cuadro sino la expresión de las sensaciones y los sentimientos que surgen en
contacto con la naturaleza. Y aunque convencido de que los títulos explicativos
eran superfluos – nunca acompañaría un programa a sus obras - escribió para
cada uno de los cinco movimientos que conforman la sinfonía los siguientes
encabezados en la partitura:
1.- Despertar de impresiones alegres al llegar al
campo.
2.- Escena junto al arroyo.
3.- Reunión alegre de los campesinos.
4.-Tormenta, tempestad.
5.- Canto de pastores, sentimientos de contento y
gratitud después de la tormenta.
La Sinfonía Pastoral hunde sus raíces, al menos en apariencia, en el contacto
que Beethoven tuvo en su adolescencia con la partitura de una obra del
compositor, organista y teórico musical Justin Heinrich Knecht denominada El
retrato musical de la naturaleza o Gran sinfonía y dividida también en
cinco secciones apegadas a un detallado programa.
Hasta aquí las semejanzas y probablemente sus evidencias en origen. Sin
embargo, las diferencias en cuanto a la solución de ambas obras son abismales.
La grandiosidad de las estructuras que Beethoven es capaz de construir a partir
de elementos extraordinariamente simples, tan característicos de su “período
heroico” se hace patente en esta sinfonía de la misma manera que en la Quinta.
Ambas podrían ser consideradas mellizas, ya que Beethoven trabajó paralelamente
en ellas, hecho que puede parecernos sorprendente debido a su capacidad para
sumergirse simultáneamente en mundos tan diferentes. No obstante, Jean
Chantavoine sostiene que en realidad son hijas de un mismo parto, forman parte
de un duo necesario donde; “una nos muestra al hombre enfrentando al
Destino; mientras la otra nos lo muestra enfrente de la Naturaleza.
Estrenada, como hemos dicho, junto con la Quinta en el mencionado concierto de
ese 22 de diciembre de 1808, la Pastoral fue anunciada en el programa como la
sinfonía número cinco del compositor y la Quinta como la número seis. Fue sólo
en el momento de la publicación de ambas obras dos años más tarde, que
Beethoven decidió otorgarles el número y el opus con el que actualmente son
conocidas.
Como hace doscientos años, memorable ocasión. Buenas noches.
José Luis Llorca Cáceres
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