miércoles, 7 de junio de 2017

La Tertulia Musi♫lite. La Música ♫ 15

La Tertulia Musilite. La Música ♫ 15
Aviso a los tertulianos:

           Organizado por la Asociación ProMúsica de Águilas, el 23 de Junio de 2017 a las 21 horas está programado el siguiente concierto:



                       ♫
GRAN CONCIERTO 14º DE ABONO VIERNES 23 JUNIO 2017 A LAS 21 HORAS
A BENEFICIO DE LA ASOCIACIÓN ALZHEIMER ÁGUILAS



Se informa a todos los abonados y público en general que ha habido una modificación del programa anteriormente anunciado a petición de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia sustituyendo el concierto de clarinete por el adagio de Barber que en esta ocasión estará dedicado a las víctimas del terrorismo y una espectacular segunda parte  con las más famosas bandas musicales originales de la historia del cine quedando el programa como se muestra en el cartel publicitario.


PARA MÁS INFORMACIÓN Y ADQUISICIÓN DE  ENTRADAS COLABORACIÓN PUEDEN DIRIGIRSE A PRO MÚSICA ÁGUILAS, C/. Castelar, 2 - 2º TELF. 626476389 y VICTORIA TRAVEL - Calle Isabel la Católica nº 1 - bajoTelf: 968 414752.

.Para no abonados colaboración 15 Euros.
Menores de 18 años 50% menos.
You can buy your tickets at C /. Castelar, nº. 2 - 2nd Tel: 626 476 389 and VICTORIA TRAVEL - Calle Isabel la Católica nº 1 - Telf: 968 414752 and also in auditorium from 2 hours before start the concert.

PROGRAMA
I PARTE
        Adagio para cuerdas……………………………………………………………..  S. Barber
        Concierto para cello y orquesta  nº 1 en sol menor  Op.49….........  D. Kabalevsky
1 Allegro 6:12
2 Largo 5:57
3 Allegretto 6:18

II PARTE

Lawrence de Arabia…………………………………………………….  M. Jarre
Segunda piel……………………………………………………………. R. Baños
Risen ……………………………………………………………………   R. Baños
Doctor Zhivago………………………………………………………….. M. Jarre
        La Misión. Tema principal…………………………………………….   E. Morricone
        La Misión. El oboe de Gabriel………………………………………..   E. Morricone
     El puente sobre el rio Kwai…………………………………………..    A. Malcolm
        Cantando bajo la lluvia………………………………………….  H. Brown/ A. Freed

Juego de tronos……………………………………………………….    R. Djwadi

GONZALO MESEGUER

El violonchelista Gonzalo Meseguer (Murcia, 1984) realizó sus estudios musicales en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, finalizando con Matrícula de Honor, titulación compartida con la “Universität Mozarteum” de Salzburgo, donde obtiene su segunda licenciatura además del máster oficial.
Discípulo de Enrico Bronzi y Giovanni Sollima ha sido galardonado en diversos concursos nacionales e internacionales, destacando su participación en el Concurso “Brahms” realizado en Pörtschach (Austria) asi como diversos premios en los concursos  de Xátiva, en el Certamen Intercentros asi como en la Villa de Cox.
Ha sido invitado a actuar en salas y festivales de Austria, Alemania, Italia y España como solista, en formación de cámara y con orquesta: “Wiener Saal” de Salzburgo, “Mozart Woche” de Salzburgo, Feria del libro de Frankfurt con la compañía de tangos de Bruno Cavallaro.
 En calidad de solista ha actuado con la Orquesta de Jóvenes de Murcia, la “Orquesta Accademia” en Italia, la Camerata de Murcia y la Orquesta "Hims Mola"
Actualmente es además primer cello en la Barbieri Simphony Orchestra con la que realiza regularmente actuaciones por toda la geografía nacional y profesor en el conservatorio de música de Molina de Segura, Jaime Lopez.
La crítica especializada ha dicho de Gonzalo Meseguer: Sonoridad especial e inusual: así es como describimos al cellista Gonzalo Meseguer. GEA Reutlinger General-Anzeiger […] versiones de auténtica categoría por la calidad de sonido, transparencia técnica y emotividad expresiva de las que hizo gala el joven cellista murciano. Octavio de Juan. Diario La verdad.Actualmente toca un violonchelo Forster, luthier de la Reina de Inglaterra, de principios de 1820.

NOTAS AL PROGRAMA
                                          Pero hay un rayo de sol en la lucha, que siempre deja la sombra vencida”.
Miguel Hernández.

            Comienzo y fin del concierto de hoy, la música para el cine se ha convertido en cien años en un género en sí mismo, digno de ser llevado a las salas de concierto y perennemente casi ignorado en el medio para el que nació; el Cine. Digo esto porque, como recalco a mis alumnos, pocas veces solemos fijarnos y apreciar la banda sonora de una película. La música está ahí como un elemento más de la ambientación del filme, o por lo menos eso nos parece, pero aún sin darnos cuenta desempeña un papel esencial, imprescindible en la narrativa cinematográfica y, como veremos, brillante acompañante de la historia del séptimo arte.
            Pocas obras de la tradición musical clásica han sido tan utilizadas para musicalizar todo tipo de filmes como el Adagio para cuerdas de Samuel Barber. Dirán  con razón que esta obra no fue expresamente compuesta para el celuloide pero se ha   convertido en un curioso caso de éxito dentro de la escena más que para lo que fue compuesto. En la mayoría de los casos se utiliza con la intención de imprimirle a las escenas en las que aparece una acentuada expresión de melancolía, ocurriendo así en películas como Pelotón, El hombre elefante, Platoon o Reconstrucción, entre otras. También con la misma intención fue incluida en los funerales de Albert Einstein o la princesa Grace de Mónaco, o los anuncios en radio por las muertes de John F. Kennedy y Franklin D. Roosevelt. Incluso en las conmemoraciones por las víctimas de los atentados a las Torres Gemelas de Nueva York o a la sede del semanario satírico Charlie Hebdo. Sin embargo, y a pesar de haberse convertido a algo parecido a una monda de cebollas, cabe la posibilidad de que lo que verdaderamente estuviera presente en la mente del compositor fuera algo muy distinto al dolor y al sufrimiento.
            Contaba Barber por el tiempo de concepción de la obra 26 años y habiendo alcanzado ya algunos éxitos por obras como La escuela del escándalo, entró en contacto con la obra de Virgilio Las geórgicas. La obra del poeta latino describe las actividades agrícolas y hace una alabanza de la vida en el campo. Si, como afirman algunos, la inspiración para la creación del Adagio para cuerdas surgió de esta lectura, bien podríamos ver en sus lentas progresiones melódicas la expresión de un sentimiento más cercano a un delicado erotismo que a una abrumadora tristeza. En todo caso, nunca es mala la oportunidad de escuchar una obra que, no por tanto vestirla de luto, se ha convertido en un omnipresente clásico y un delicioso y calmo entremés.
            Antes de comentarles algo más sobre la música cinematográfica, hagamos una breve pausa en el Concierto para chelo de Kabalevsky.
            No fue el ruso un compositor al uso. Alejado de casi todos sus contemporáneos, ni gozó de la fama de Prokofiev o Shostakovich, ni adoptó casi ninguno de los preceptos de la música serial o dodecafónica en boga en su tiempo. Supo pues, situarse en una cómoda postura artística donde ni discrepara con el público soviético ni con el aparato del “soviet”. Causa ésta de su casi desconocimiento en occidente en contraste con la amplia consideración que le tributó su país natal.
            Kabalevsky escribió su concierto para violonchelo Nº 1 entre 1948 y 1949. Es la pieza central en una trilogía de conciertos para chelo que escribió para jóvenes músicos rusos, a quien dedicó una gran parte de la energía y composiciones de su vida. El concierto fue estrenado en 1949, por Svyatoslav Knushevitsky a quien también dedicó la pieza. Está, en cada uno de sus tres movimientos, ambientado en canciones populares rusas, de ahí la gran aceptación pública que tuvo en su estreno. Dentro del carácter amable y lírico de toda la obra, quizá destaque el melódico segundo movimiento dedicado a los soldados rusos caídos en la guerra mundial, así como el finale donde el autor da autoridad al solista a la vez que oportunidad de virtuosismo.
            No tenemos ni yo espacio ni ustedes tiempo para hacer un relato pormenorizado de bandas sonoras y compositores. Sin embargo, si me gustaría hacerles evocar algunas de las melodías que seguro recordarán y sonarán hoy.
            Baste recordar la amplia colección de músicas que han acompañado a las películas que más nos han emocionado y cómo sus autores en la mayoría de los casos han pasado al olvido. Cuando en 1927 se incorpora por primera vez la sonorización a una película (recuerden, “El cantor de jazz”) muchos pensaron que tras este hecho ocurrirían dos muertes: la de los actores de cine mudo y la de la música cinematográfica. Aunque desgraciadamente en el primer caso significó el ocaso de muchas carreras, no ocurrió lo mismo con la música acompañante. Dándose pronto cuenta los directores del extenso poder sugestivo de la música, a partir de la década de los treinta la banda sonora se convirtió en elemento necesario en cada película trascendiendo su papel ambiental y convirtiéndose en refuerzo, narración e incluso personaje como ocurre en la película Ben Hur donde la figura de Jesús es un tema musical.
            Parafraseando el conocido dicho, detrás de una buena película se encuentra una buena música, o si prefieren detrás de un gran director hay un gran compositor.
            Dando esta afirmación por cierta, y a poco que investiguemos veremos que Bernard Herrmann estaba tras Hitchcock, Ennio Morricone en las películas de Sergio Leone o el gran John Williams acunando los trabajos de Steven Spielberg. En la mayoría de los casos, los trabajos de estos anteriores o los de los Mancini, Tiomkin, Rotta, Barry o Zimmer por solo citar algunos, han traspasado el celuloide y se han convertido en composiciones y compositores tan clásicos, reconocidos y creadores de estilos como pudieron ser los compositores de la música sinfónica anterior al nacimiento del cine.
            Para despedir estas notas a la vez que la temporada de este año, tan solo quisiera citar un conocido comentario de Bernard Herrmann:
            “Si el mundo real puede parecer o ser cruel y la vida por tramos indomable, ¿qué mejor refugio -a veces- que la música?”
            Buenas noches y feliz verano.

José Luis Llorca Cáceres.-


                    ♫
                             

                   ANTES                                                                                 DESPUÉS       
                   ♫

               El autor del célebre Adagio para cuerdas, Samuel Osborne Barber, nació en Pensilvania, EEUU, el 9 de marzo de 1910. Sus padres pretendían que fuera médico pero Samuel, antes de los diez años, los convenció de que su vocación era otra; pese a todo, llevaban tiempo escuchando las canciones que el futuro autor componía a cualquier hora con una naturalidad asombrosa. Por si ello no resultara suficiente, a los nueve años dirigió a su madre una carta de niño informándole de su irrevocable decisión:

               "Querida madre: te escribo para contarte un secreto que me preocupa. No llores cuando lo leas porque no es culpa tuya ni mía [...] Para empezar, no he nacido para ser un atleta. He nacido para ser un compositor y lo seré, estoy seguro. Te ruego que no me pidas que lo olvide y que vaya a jugar al fútbol. Por favor. Algunas veces esto me preocupa tanto que me vuelve loco (aunque no mucho). Te quiere..."
Así pues, a los catorce años ingresó al Instituto de Música Curtis de Filadelfia, de donde se graduó en 1935, poco antes de cumplir los veinticinco años. Luego de iniciar una prometedora carrera como cantante y compositor, en 1939 regresó a su alma mater para ejercer durante algún tiempo como profesor de orquestación. Entre sus alumnos se contaba a un joven italiano, Gian Carlo Menotti, con quien pronto descubrió que tenía muchas afinidades, como la literatura y la música de Brahms. Otro tipo de afinidades convertirán más tarde a profesor y alumno en pareja sentimental… Fuente: Blog: La belleza de escuchar
==============

               El Adagio para cuerdas (en inglés «Adagio for Strings») es una obra musical para orquesta de cuerdas, arreglada por el compositor Samuel Barber en 1938 a partir de su primer Cuarteto de cuerdas. Es la obra más popular de Barber.
            El Adagio para cuerdas de Barber tiene su origen en el segundo movimiento de su Cuarteto de cuerdas nº 1, Opus 11, compuesto en 1936. En el original, sigue a un violento primer movimiento contrastante y le sigue un tercer movimiento que es una breve reexposición del mismo tema. En enero de 1938, Barber envió la pieza a Arturo Toscanini El director devolvió la partitura sin comentarios, y Barber se molestó y evitó a este director. Posteriormente, Toscanini hizo saber a Barber, a través de un amigo, que tenía previsto interpretar la obra y que la había devuelto por el simple hecho que ya la había memorizado. Toscanini no volvió a tener la música hasta un día antes del estreno. La obra se estrenó en un programa de radio, dirigida por Arturo Toscanini al frente de la Orquesta Sinfónica de la NBC, el 5 de noviembre de 1938, en Nueva York.
               El compositor también adaptó la pieza en 1967 para un coro de ocho voces, en un Agnus Dei («Cordero de Dios»).

Análisis de la obra

               La larga, flotante línea melódica se mueve libremente entre las voces en coro de las cuerdas; por ejemplo, la primera sección comienza con la célula melódica principal tocada por los primeros violines, pero termina con su reafirmación por las violas, en una transposición en una quinta justa. Las violas continúan con una variación de la célula melódica en la segunda sección; el silencio en los bajos prevalece hasta la siguiente sección. La amplia sección central comienza cuando los violonchelos tocan la línea melódica principal, en el rango de mezzo-soprano; las cuerdas del coro suben a la escala más alta de sus registros, que culminan en un fortissimo-forte, un clímax seguido de un repentino silencio. Una breve serie de acordes sirve como una coda a esta parte de la pieza, y vuelve a introducir la sección de los bajos. La última sección es una reformulación del tema original, con una inversión de la segunda pieza de la célula melódica, interpretada por los primeros violines y las violas al unísono, y la pieza termina con los primeros violines volviendo lentamente a las primeros cinco notas de la melodía en el registro alto, la celebración de la última nota en un breve silencio y un desvanecido acompañamiento… Fuente: Vikipedia

                      ♫






No hay comentarios: